Alicia
Jamás vio en ella algo que pudiese conmoverlo. La belleza de su alma, candidez y virtud se vio prontamente aquietada bajo una armadura que usaba para oírle, oír sus palabras que sabían a nada, una nada vacía y presa de lo vulgar.
Atónita pasa la vida, inconmovible y apaciguada ella aun prevalece a su lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario