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18 septiembre 2013

El último habitante del planeta

EL ULTIMO HABITANTE DEL PLANETA. primera parte.

Se despertó extraño y con una sensación de poseer el mundo. Había tenido un sueño en que él lo poseía todo. Tras sacudir su cabeza vio el reloj mural que daba las 7:00 , hora de ir al trabajar y se olvido de aquel sueño extraño.
     
 Se llamaba Ulises, su nombre le gustaba, mas no sabía nada de aquel nombre. Ulises era un obrero de la construcción que habitaba los barrios bajos de la metrópoli . Se jactaba de llevar consigo todo lo que necesitaba para la vida. No hacia planes, solo vivía y no se proyectaba más allá de una semana. Era un hombre que vivía sin complicaciones,  se sabía un hombre feliz.

          Se dirigió al comedor y se extrañó de no encontrar a doña Clara entre el vaivén cotidiano de platos de la cocina en la preparación viva del desayuno , tampoco estaban los trabajadores que compartían la mesa a diario. No le preocupó más cogió unas hogazas de pan y se dispuso a marcharse a su trabajo. Estaba atrasado, pero su jefe no vendría hoy; ese pensamiento le tranquilizó. cerró la puerta tras de sí. se marchó.

    Comenzó a avanzar rápidamente para alcanzar la locomoción colectiva que no llegaría....  Ulises miraba  su entorno y no veía mas que la calzada vacía... comprendió rápidamente que algo sucedía en la ciudad, nadie en las paradas de autobus... algo había de haber acontecido sin que él se hubiese enterado.....

    Recordó su alojamiento vacío... y un estupor recorrió su cuerpo... la normalidad en aquel paisaje urbano era algo inusitado. Decidió que al caminar  encontraría a alguien. Se dispuso a hacerlo, fuera quedaron las urgencias de horarios y deberes con su jefe, esto era algo que comenzaba a desesperar; la premura de encontrar a algún otro ser humano latía fuerte en si mismo; era la premisa en aquel momento que se extendía eterno. "Cuando lo encuentre podre saber que acontece y me sentiré tranquilo"-pensó- mientras avanzaba paso largo y aprisa.



Sobre la marcha no vió ningún esbozo de vida humana.

Se sentó en la acera sin saber que hacer. En un desvarío anímico miro a su alrededor y recordó el sueño que había tenido esta mañana y de pronto todo cobró sentido. Sería el amo y el dueño de todo, del mundo inclusive,  podría hacer todo aquello que sus desesperadas ganas por realizar reclamaban.

Los estímulos visuales de marketing en la ciudad rayaban en la mente de Ulises provocando un embeleso de toda clase de ambición  material. No lograba conciliar otro pensamiento. De un momento a otro tomó un automóvil y se dirigió raudo buscando variedades adictivas de tiendas, supermercados, stands; allí tomaba objetos y los cargaba; cargaba más, más y en sí sentía una fascinación ,a la vez que un vacío en su interior, el cual  no iba a admitirse a si mismo. La ciudad estaba provista de toda clase de servicios, y todo aquello le pertenecía. nada más debía importarle.



          Con el devenir de los días, la vida de Ulises se convirtió en un monopolio de ideas y sueños materiales satisfechos, objetos atesorados sin otro fin alguno que arrumbarlos en alguna habitación de la ciudad...
            Recorría el entramado urbano sin mas compañía que su desmedida forma de enfocar esta nueva manera de perfilar sus horas; el "qué me falta por poseer". La ciudad estaba provista de seducciones y placeres que no podía negarse.  Así comenzó a perfilarse la nueva vida del último habitante del planeta.

     




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