Siento que está ahí, frágil, confundida, delicada, pero eso
que yo veo ahí no es ella, no logro reconocerla. Su imagen de otrora me remonta
a su vida llena de vitalidad y dulzura, y me digo , me repito que eso que está allí
no es ella.
Ella se me fue esfumando con el tiempo, el tiempo consiguió
consumirla y borrar todo lo que fué y que
ahora permanece en mi mente.
Me alejo y la extraño, extraño su dulzura, candidez y calidez,
pienso en esa firme imagen que persevera estoica grabada, plasmada a hierro en
mis recuerdos y siento que la extraño. Sin embargo cuando estoy junto a ella no
logro reconocerla, ni reconocer rasgo alguno de la dulzura que me dejó y que me abrazó desde pequeña.
A mi dulce Abuela.
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