Sucedió una vez, un mantel bordado de fondo blanco y colores vivos flameando en el tendedero de un campo verde y frondoso. El mantel, dona Filomena, lo había lavado y tendido, era la cuarta vez que lo lavaba y tendia.
El mantel tenía escritas las iniciales del nombre de Filomena, ella acariciaba su nombre con delicadeza y tiernos sentimientos.
El mantel se había rasgado. Contenía las veces que los chicos del campo sentados a su mesa habían rasgado las fibras y dejado 3 manchas negras que Filomena miraba con resignación y tristeza pensando como sacarlas.
Un buen día se encontró al duende del pueblo que prometió terminar con el mal y le dió un brebaje para limpiarlo, le recomendó a Filomena que bebiera un poco de brebaje también y de esa manera borraría el recuerdo de las tres maculas, a lo cual Filomena accedió con mucha ilusión.
Filomena llevo acabo aquella labor con máximo cuidado y entereza. Para su sorpresa el brebaje consumió las tres manchas de su mantel que ahora lucía prístino. Y ella olvidaba con cada minuto que corría, las maculas.
Con el pasar de los días Filomena , se sentaba frente a las ya no existente maculas, y se vio intentando recordar aquellos ingratas formas negras.
Se descubrió llorando y buscando las manchas, intentando aferrarse a aquel recuerdo inexistente ya.
Hay gente que no quiere ser feliz
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