Postrado el cuerpo sobre bestias negras de madera que otorgan contención al yacer.
Fuego sigiloso de brasas hirvientes entregando calor a la estancia.
La lluvia acariciando y deslizándose suave sobre los tejados y muros de este poblado perdido al sur del mundo.
La oscuridad de los cielos y el crack crack incesante del caer de la lluvia.
El tiempo se aquieta; se detiene ,se aguza el entendimiento, se pausan los pensamientos y no percibes otra cosa que la serenidad del momento.
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