Pude haberlo admirado a través de sus rasgos sutiles al pronunciar sus palabras, mirarme y sonreír. Admiraba esa forma superior de administrar su sabiduria a los demás, sus palabras certeras, su luz que iluminaba todas mis dudas, ese caminar con esa curvatura en la espalda y la mirada cabizbaja como queriendo esconder del mundo el tesoro de su luz.
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